"[...] Nosotros trabajamos para la victoria, no para la derrota, y sufrimos un revés muy duro. Pera además, ese revés había costado el sacrificio de muchos compañeros. Si antes del ataque al Moncada me sentía obligado con el país, después del ataque me sentí mucho más obligado. Yo creo que dadas nuestras intenciones, nuestros propósitos, no podía reaccionar de otra forma que como reaccioné, todavía con más decisión, más espíritu de lucha. Nadie sabía cómo podía terminar todo aquello. No sabíamos, incluso, si nos iban a asesinar. Pero, desde luego, teníamos que defender nuestras ideas, teníamos que defender nuestra verdad. Puede decirse que en circunstancias como esas, el hombre tiene mucho más estímulo que en circunstancias normales y, de esas dificultades saca fuerzas para enfrentarse a los problemas. Pero la más esencial de todo es que nosotros estábamos absolutamente convencidos de que teníamos la razón. Y ese factor nos daba fuerzas para enfrentarnos a aquellas momentos tan difíciles, profundizar más, exponer ante el pueblo los objetivos de nuestra lucha, enfrentarnos a la campaña de calumnias del gobierno y crear las condiciones para que si nuestra generación no podía realizar esas tareas, las pudiera realizar otra generación. Es decir, sembrar la semilla y ofrecer el ejemplo, que ya no era el ejemplo personal mío sino era el ejemplo de todos los compañeros que habían luchado y se habían sacrificado. Teníamos el deber de hacer el máximo esfuerzo para que ese sacrificio no fuera inútil".
- Fidel Castro -
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